BOLETÍN N° 105
Los hallazgos en salud no siempre llegan a la población general. Qué hacer para romper la “burbuja académica”, cómo lograr que la evidencia sea difundida en otros circuitos y comprendida por todos los públicos.
La evidencia científica puede modificar la vida de las personas. Eso lo sabemos tod@s. La pregunta del millón es cómo lograr que personas ajenas al mundo científico accedan a esa evidencia, la entiendan y puedan tomar medidas que logren mejorar la salud. Ahí radica el desafío de los comunicadores sociales que trabajamos en difusión de la salud.
Hasta hace algunos años, el circuito de circulación de información científica empezaba y terminaba en los “papers”. Un médico, nutricionista u otro profesional de la salud publicaba un artículo científico en una revista, la información circulaba entre colegas y rara vez traspasaba ese círculo acotado. Sólo accedía a otros públicos y se hacía masiva cuando, por ejemplo, algún periodista reflejaba los hallazgos del paper en un diario, programa de TV o portal informativo de alto impacto.
Sin embargo, financiadores de investigación científica a nivel global (como la Fundación Mundial de la Diabetes y el International Development Research Centre (IDRC) de Canadá) percibieron que para mejorar la salud global era necesario ampliar el marco académico/científico y hacer que el conocimiento empezara a circular por otras esferas sociales. Así fue como, en el último tiempo, diversos financiadores comenzaron a exigir que los científicos difundan sus hallazgos en medios de comunicación y en redes sociales. Sí, a exigir. Comenzaron a solicitar que se construyan estrategias de difusión, que se hagan relevamientos de la cantidad de posteos en redes sociales y de las notas en medios que reflejaban los estudios que ellos financiaban. Hace años que el IECS -al igual que otras instituciones- difunde sus trabajos en medios de comunicación y en redes sociales, a veces por motu propio y otras por el expreso pedido de entidades que financian las investigaciones. La novedad es que recientemente nos animamos a ir un paso más allá.
En 2015, el IDRC financió un estudio del IECS que cuantificó el verdadero daño que el tabaquismo produce cada año en la salud de Latinoamérica. Ese estudio permitió saber que, cada día, 1039 personas mueren en la región por el consumo de cigarrillos y que el costo directo que ocasiona en los sistemas de salud de la región es de 33 mil millones de dólares por año (cifra que equivale al 7% del gasto anual en salud).
Esa información era lo suficientemente contundente como para ser trasladada a decisores políticos de toda la región, de forma tal que ellos pudieran impulsar medidas en torno a la prohibición de publicidad y patrocinio de tabaco, aumentar los impuestos a los cigarrillos y crear más ambientes libres de humo. Pero para que la información impacte en esos decisores sanitarios, en vez de acercarles un paper científico, hicimos documentos en los que la evidencia científica fuera condensada sólo a través de infografías y acompañada con textos breves y sencillos, capaces de ser comprendidos por un estudiante de una escuela secundaria.
La difusión de nuestras infografías contribuyó a que el estudio de investigación se publicara nada menos que en 189 medios de comunicación latinoamericanos. La Fundación InterAmericana del Corazón (FIC) tomó el innovador material gráfico que desarrollamos (y que está disponible en www.iecs.org.ar/tabaco) y lo hizo llegar a decisores sanitarios claves (legisladores, secretarios de salud, etc.), así como a organismos con liderazgo y compromiso en lucha antitabáquica (como Tobacco Free Kids y la ACT Promoción de la Salud de Brasil). En paralelo, ellos difundieron activamente el material por diversas vías, potenciando el alcance global de la investigación. Lo mismo ocurrió con ministerios de Salud, como los de Costa Rica y Brasil.
De este modo, la investigación realizada por el IECS y los materiales confeccionados para su difusión masiva se convirtieron en herramientas claves para que los gobiernos y los sistemas de salud de diversos países contemplaran o decidieran tomar medidas vitales para prevenir la epidemia de tabaquismo. De hecho, el aumento impositivo que fue discutido/implementado en varios países de la región se respaldó explícitamente en los recursos que el IECS puso al servicio del control del tabaco en el marco de esa investigación.
Fue una maravillosa experiencia que unió a profesionales sanitarios con comunicadores sociales: logramos trascender la acotada comunidad científico académica. Los hallazgos de esa investigación no “murieron” en un paper y, como broche de oro, el 31 de mayo de 2018 la Organización Mundial de la Salud (OMS) le entregó al IECS un premio porque considero que con esa investigación habíamos hecho “aportes sobresalientes en la lucha contra el tabaco” en América Latina.
Ese reconocimiento nos llenó de orgullo y nos reconfirmó que estamos en el camino correcto. En la medida en que podamos acompañar la calidad de nuestros estudios de investigación con herramientas de comunicación que propicien la diseminación de la ciencia en distintos actores, estaremos cumpliendo con una de las aspiraciones que el IECS tuvo desde sus orígenes: promover investigaciones que modifiquen la realidad.
Por Mariana Comolli, licenciada en comunicación social, periodista y coordinadora de la Unidad de Comunicación del IECS.