BOLETÍN N° 110
Todos los actores involucrados pueden enriquecer el proceso de evaluación de tecnologías sanitarias.
Parafraseando a Georges Clemenceau, se podría afirmar que las políticas de salud son demasiado importantes para dejarlas solo en manos de decisores sanitarios. En esa línea, en los últimos años, creció el interés de organismos oficiales e instituciones académicas por instrumentar mecanismos que garanticen la participación efectiva de los pacientes y otros actores involucrados en la toma de decisiones que afectan sus respectivos intereses. Y que pueden enriquecer o matizar el análisis con distintas perspectivas.
Los informes de evaluación de tecnologías sanitarias (ETS) no quedan afuera de esa tendencia. A partir de 2017, nuestros reportes del IECS presentan un formato amigable de síntesis de la evidencia científica orientado a facilitar las decisiones respecto de la incorporación y/o la cobertura de medicamentos, dispositivos, test diagnósticos y procedimientos terapéuticos.
En ese contexto, también decidimos formalizar una instancia de consulta pública que habilite la posibilidad de influir en el proceso, sin afectar la calidad científica del análisis. Así, ante cada nuevo estudio, invitamos a aquellos actores que se puedan ver afectados por el tema en evaluación (médicos, pacientes y productores de tecnologías) para que participen en dos etapas:
1) Una fase inicial de quince días, en la que pueden sugerir bibliografía para ser incorporada en el análisis o intervenir en la delineación del enfoque.
2) Una fase de revisión de ocho semanas, en la que acceden en nuestra web a una “prematriz de recomendación” o versión preliminar del documento
La experiencia ha sido positiva, aun cuando está claro que existe espacio para promover una mayor incidencia de los actores. Por ejemplo, en un análisis sobre 120 documentos de ETS producidos entre agosto de 2017 y agosto de 2018, enviamos 244 invitaciones a sociedades científicas, 88 a sociedades de pacientes y 35 a laboratorios o compañías farmacéuticas. Se recibieron en total 50 comentarios, de los cuales más de la mitad correspondieron a productores de tecnologías sanitarias.
La consulta pública no es un mero formalismo y puede producir modificaciones en los documentos. En algunas ocasiones, los comentarios o la información adicional aportada han producido cambios en la recomendación final (cambios mayores), como cuando una sociedad científica invitó a reconsiderar la importancia de las fracturas para los pacientes y morigeró la valoración negativa de una tecnología para el tratamiento de la osteoporosis: en lugar de desaconsejarse su incorporación a una cobertura, se concluyó que debían tenerse en cuenta factores adicionales para decidir su incorporación.
En numerosas otras ocasiones, aunque no se haya alterado la recomendación, se han modificado algunos de los dominios de la matriz de valoración (cambios intermedios) u otros aspectos del documento (cambios menores) que mejoran ostensiblemente el producto.
En síntesis: la consulta pública ya empieza a formar parte consustancial de nuestros procesos de evaluación. Sin perder de vista la medicina basada en la evidencia, propicia la consideración de aspectos que no surgen claramente del análisis de la literatura. Y fortalece el anclaje de nuestros documentos con el mundo real en el cual serán utilizados.
Por Dra. Andrea Alcaraz, coordinadora de Evaluación de Tecnologías Sanitarias del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria del IECS.