BOLETÍN N° 113
Los abordajes cualitativos pueden generar hallazgos no predeterminados que iluminan el contexto, toman en cuenta la perspectiva de los actores y permiten responder interrogantes derivados de estudios epidemiológicos o iluminar el diseño de intervenciones.
¿Por qué algunos programas de detección precoz de cáncer de colon tienen éxito y otros fracasan? ¿Por qué los adultos con diabetes no reciben la medicación indicada? ¿Qué factores obstaculizan la adopción de prácticas basadas en la evidencia para el cuidado perinatal? ¿Por qué tantas parejas saben protegerse de las infecciones de transmisión sexual, pero no se cuidan?
Estos son sólo algunos ejemplos de preguntas de investigación científica en el campo de la salud que requieren de un abordaje cualitativo, esto es, de un conjunto de técnicas y métodos rigurosos que producen hallazgos no predeterminados sin basarse en procedimientos estadísticos o cualquier otra forma de cuantificación.
Mark Twain popularizó una frase a fines del siglo XIX: “Existen las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas”. Por supuesto, sabemos que es una acusación injusta. Y que el desarrollo de complejos métodos cuantitativos ha generado una extensa base de conocimientos para comprender fenómenos tales como el crecimiento demográfico, la distribución de la morbilidad y muchos aspectos del comportamiento humano que determinan la salud y la enfermedad.
Sin embargo, cada nuevo hallazgo conduce a más interrogantes y otros problemas de la investigación que, con frecuencia, requieren un enfoque diferente de la recolección y el análisis de los datos. Un abordaje que satisfaga en particular la necesidad de rascar debajo de la superficie y que nos ayude a interpretar, por ejemplo, por qué un programa “bien diseñado” no tiene el impacto esperado en la práctica. O cómo implementar en una población determinada cierta estrategia de promoción, prevención y atención de la salud cuya eficacia ha sido comprobada en otro contexto.
La creciente demanda por aplicar investigaciones cualitativas responde a muchos factores, entre otros, los avances en los conocimientos transculturales acerca de la salud y el comportamiento, los perfiles mundiales de salud y una mayor conciencia de los problemas vinculados con los derechos humanos. Una búsqueda rápida en la base de datos PubMed refleja esa tendencia: en 2010 había 1514 artículos que incluían los términos “estudio cualitativo”; para 2014 y 2018, esa cifra ya había crecido a 3.001 y 4.750, respectivamente.
La investigación cualitativa consume tiempo y trabaja sobre grupos pequeños de personas, por lo cual los resultados no necesariamente son generalizables a toda la población. Sin embargo, es una herramienta invalorable para proveer información más detallada y rica desde la perspectiva de los sujetos, observando el contexto y el sentido social y cómo afectan los programas y otras estrategias de salud a los individuos.
Por Lic. María Belizán, comunicadora social, magister en ciencias sociales y salud y coordinadora de la Unidad de Investigación Cualitativa en Salud.