Un estudio del IECS señala que la prohibición de fabricar y comercializar alimentos con estas grasas evitará 5 mil eventos coronarios agudos por año
El pasado 10 de diciembre entró en vigencia una modificación en el Código Alimentario Argentino que prohíbe fabricar y comercializar alimentos que contengan grasas trans de origen industrial*. Reemplazar estas grasas (que son dañinas y no aportan ningún nutriente esencial a nuestro organismo) por otros aceites y grasas más saludables tendrá un altísimo impacto en la salud de la población. Según una investigación realizada por el IECS, y financiada por la agencia de investigación canadiense IDRC , esta prohibición evitará anualmente hasta 1500 muertes asociadas a enfermedad coronaria y casi 5.000 eventos coronarios agudos, entre infartos agudos de miocardio y síndromes coronarios agudos. Estas cifran se traducen en un ahorro anual para el sistema de salud argentino que puede llegar hasta 100 millones de dólares asociados al tratamiento y seguimiento de estas complicaciones.
Los datos surgen de una investigación llevada a cabo por el Centro de Excelencia en Salud Cardiovascular para el Cono Sur (CESCAS) del IECS, llamada “Evaluación del impacto sanitario y económico de las política para eliminar las grasas trans en Argentina”. Este estudio tuvo en cuenta para el desarrollo de su modelo de impacto, la estimación de la ingesta basal de ácidos grasos trans (AGT) en el año 2003 (antes del comienzo de los acuerdos voluntarios con la industria), el contenido de AGT en los aceites vegetales parcialmente hidrogenados (AVPH), los reemplazos utilizados por la industria para sustituir los AGT por otros aceites y grasas más saludables (ej: aceite de girasol de alto oleico), y el efecto clínico de la sustitución de los AVPH por estos reemplazos. Además, se realizaron estudios de micro-costeo de complicaciones de la enfermedad coronaria y análisis de años de vida ajustados por discapacidad (AVISAs o DALYs) perdidos anualmente por estas complicaciones. Todos estos inputs se obtuvieron de una revisión sistemática de fuentes locales de composición química de alimentos, estudios con mediciones directas y estimaciones de fuentes industriales, costos de la enfermedad coronaria y estadísticas vitales. Estas estimaciones se aplicaron a una muestra poblacional de 4000 adultos pertenecientes al estudio CESCAS I de la Argentina, donde se estimó su riesgo cardiovascular antes y después de la implementación de estas regulaciones, calibrándose los datos de incidencia con las estadísticas nacionales de mortalidad y letalidad de la enfermedad coronaria. Finalmente, se realizó una convocatoria a paneles de expertos (académicos, epidemiólogos, nutricionistas, bioquímicos, ingenieros industriales, cardiólogos, funcionarios del Ministerio de Salud , economistas, etc.) para consensuar ciertas brechas de información.
Está claro que la eliminación de las grasas trans tendrá un gran impacto en la salud pública e implica un importante ahorro de dinero para el sistema de salud. Considerando que en nuestro país se registran casi 100.000 eventos coronarios anuales entre muertes coronarias, infartos y síndrome coronario (casi 5 episodios cada 1000 personas adultas por año, una frecuencia alta en comparación con otros países), la casi eliminación de grasas trans industriales podría evitar entre 1000 y 6000 eventos coronarios cada año, pudiendo ahorrarle al sistema sanitario hasta 100 millones de dólares en tratamientos evitados. En poblaciones de nivel socioeconómico más bajo, donde el consumo de grasas trans es mayor, este efecto podría ser mucho más grande.
La medida asumida por el Ministerio de Salud argentino es sumamente efectiva porque es universal y llega a toda la población. Lo curioso es que a pesar de que la remoción de AGT de los alimentos ha sido identificada por laOrganización Mundial de la Salud como una prioridad en salud pública, la mayoría de los países en desarrollo no han aún incluido la ingesta de AGT como un objetivo. De hecho Argentina es el primer país en desarrollo que ha implementado una política nacional para eliminarlas y el cuarto país en el mundo en poner en funcionamiento una medida de esta naturaleza (los otros tres son Suiza, Islandia y Dinamarca). Por eso desde el IECS celebramos la puesta en vigencia de esta normativa y alentamos a que todos los actores sociales (gobierno, políticos, organizaciones de la sociedad civil, instituciones académicas y público en general) a seguir articulando políticas públicas que promuevan acciones factibles y asequibles a nivel poblacional para continuar mejorando la salud de la población.
*El contenido de ácidos grasos transde origen industrial se limitó al 5% del contenido total de grasas.
Por Dr. Adolfo Rubinstein, director general del IECS y director del Centro de Excelencia en Salud Cardiovascular para el Cono Sur (CESCAS).