OCTUBRE 2025
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Por la Dra. Viviana E. Rodriguez*
La resistencia bacteriana a los antimicrobianos (RAM) constituye una amenaza prioritaria para la salud pública, impulsada por el uso inapropiado de antimicrobianos en salud humana, salud animal, agricultura y por su diseminación en el ambiente. En 2019 se estimaron 4,95 millones de muertes relacionadas con bacterias multirresistentes, de las cuales 1,27 millones fueron directamente atribuibles a la RAM. En América Latina y el Caribe, se calcularon 338.000 muertes relacionadas y 84.300 atribuibles a RAM para ese mismo año. Más allá del impacto sanitario, se proyecta que las pérdidas económicas asociadas a este problema alcanzarán los 100 mil millones de dólares para 2050. Este panorama demanda políticas integrales que optimicen el uso de antimicrobianos, fortalezcan el control de infecciones y desarrollen capacidades locales de investigación e implementación, con especial atención a contextos de recursos limitados.
La Semana Mundial de Concienciación sobre la RAM, que por iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tendrá lugar del 18 al 24 de noviembre, representa una oportunidad para reflexionar sobre los daños directos e indirectos del empleo inapropiado de antimicrobianos. En pacientes hospitalizados, una proporción considerable de quienes reciben antimicrobianos experimenta al menos un evento adverso, y entre un 20 y 40% de dichos eventos se vinculan a prescripciones sin indicación clínica robusta. A nivel de servicios, una mayor intensidad de prescripción se asocia con incrementos en Clostridioides difficile y otras complicaciones relacionadas. En unidades de cuidados intensivos (UCI), donde convergen pacientes de mayor gravedad, exposición a dispositivos invasivos y cursos de tratamientos empíricos prolongados, la prevalencia de infección y sus desenlaces adversos son particularmente elevados.
La literatura internacional muestra de manera consistente que los Programas de Optimización del Uso de Antimicrobianos (PROA) mejoran la adecuación de las prescripciones, reducen el consumo innecesario y disminuyen la incidencia de C. difficile y de colonización o infección por bacterias resistentes, sin afectar la mortalidad. Revisiones sistemáticas y metanálisis han documentado efectos clínicos y económicos favorables, con ahorros netos derivados de menor gasto farmacéutico y reducción de complicaciones. Experiencias antes-después en UCI corroboran mejoras sustantivas cuando existe liderazgo clínico y un conjunto de estrategias combinadas (educación, auditoría con retroalimentación, revisión prospectiva y restricción de determinados fármacos). Sin embargo, estos programas requieren de enfoques de implementación sensibles al contexto, adaptados a las capacidades locales y a la cultura organizacional
Hay ejemplos de iniciativas exitosas en Argentina. En 2022, en colaboración con las sociedades argentinas de Infectología (SADI) y Terapia Intensiva (SATI), nuestro equipo del IECS llevó a cabo un estudio multicéntrico en ocho UCI del país para la implementación de una colaborativa de mejora (Quality Improvement Collaborative) orientada a optimizar el uso de antimicrobianos en contextos de alta presión por gramnegativos resistentes. El estudio mostró reducción de las dosis diarias definidas de los antimicrobianos y mejoras en el puntaje de los programas de prevención y control de infecciones evaluados según la herramienta de la OMS.
Desde la perspectiva económica de la salud, informes sugieren que inversiones modestas pero sostenidas en programas de stewardship, combinadas con control de infecciones y vacunación, son costo-efectivas a mediano plazo, con retornos positivos para sistemas públicos y privados.
La RAM seguirá tensionando los sistemas de salud de América Latina a menos que se consoliden políticas y capacidades que promuevan un uso prudente y oportuno de los antimicrobianos. La evidencia disponible—desde metanálisis internacionales hasta estudios cualitativos locales—sostiene que los PROA asociados programas de prevención y control de infecciones, cuando se apoyan en liderazgo clínico, medición significativa y mecanismos de aprendizaje organizacional, constituyen una respuesta efectiva y sostenible. En un escenario de recursos limitados, la priorización de la adecuación terapéutica y la institucionalización de prácticas colaborativas aparecen como condiciones necesarias para transformar conocimiento en resultados clínicos y proteger, al mismo tiempo, la eficacia futura de los antimicrobianos.
*Coordinadora del Departamento de Calidad, Seguridad del Paciente y Gestión Clínica del IECS.

