Un estudio científico demuestra que el tabaquismo potencia la inequidad social

Según un reciente estudio que involucró a 31 millones de personas en todo el mundo, el tabaquismo causa más de 5 millones de muertes por año y el 80 por ciento de los fumadores vive en países en vías de desarrollo. Si el consumo de cigarrillos continúa tal como se presenta en la actualidad, para 2030 se cobrará 8 millones de vidas. Los grupos de menores ingresos y los jóvenes (personas de entre 15 y 44 años) son los más afectados por la pandemia de tabaco, que profundiza la brecha entre ricos y pobres.

El estudio, titulado “Revisión sistemática de la relación entre tabaco y pobreza”, fue realizado a pedido de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), una organización argentina sin fines de lucro que se dedica a la investigación, la educación y la cooperación técnica en temas de salud.

“Este estudio es el primero de esta naturaleza que analiza cuantitativamente el impacto del tabaco por clase social y demuestra que existe una relación inversa entre el nivel de ingreso y el consumo de tabaco: las clases bajas consumen más que las altas. En el continente americano, por ejemplo, el tabaquismo en los pobres es un 50 por ciento más alto que en las clases adineradas”, explica el Dr. Agustín Ciapponi, autor principal del estudio, médico especialista en clínica médica, en medicina familiar y coordinador del Centro Cochrane IECS.

La publicación señala que la explicación más aceptada para este fenómeno se conoce como «modelo de los Cuatro Estadíos». En este sentido, Ciapponi asegura: «Primero el tabaquismo se disemina rápido en las clases altas, que son las que están más abiertas a la innovación. Después se difunde al resto de la población (en un segundo y un tercer estadío). Luego las clases altas dejan de fumar porque toman contacto con la cultura del cuidado de la salud y porque reciben información del daño que produce la nicotina. Así es como, en un cuarto y último estadío, el tabaquismo disminuye en las clases altas y se sedimenta y consolida en las bajas».

“En los hogares de bajos ingresos, la compra de tabaco representa un 10,7 por ciento de los gastos familiares”, señala el estudio. La proporción de ingresos que se destina al tabaco es más elevada en las clases bajas (que tienen menos ingresos) que en las altas. Así el tabaco contribuye al empobrecimiento.

Pero esta no es la única causa que ahonda la vulnerabilidad de los más humildes. Esta vulnerabilidad se evidencia también en que ellos no pueden afrontar las consecuencias del tabaquismo como los grupos más acomodados. «Enfermedades como el cáncer de pulmón, los infartos cardíacos y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) afectan más a los pobres que a los ricos porque los más humildes están menos cubiertos por los sistemas de salud. Es por eso que el tabaquismo potencia la inequidad de las sociedades, se ahonda la brecha entre ricos y pobres», subraya Ciapponi.

«La relación inversa que existe entre nivel de ingreso y el consumo de tabaco (a mayor ingreso, menor consumo) se acrecentó en los últimos 20 años. En ese período, el consumo de tabaco entre mujeres creció notoriamente», apunta Ciapponi. El especialista asegura que, según su investigación, los hombres fuman más que las mujeres pero que ellas están cada vez más cerca de los primeros. «Eso no es precisamente una batalla ganada en la guerra de los sexos. Se trata de un perjuicio enorme para la salud femenina porque las mujeres registran cáncer de pulmón cada vez con más frecuencia», ejemplifica.

Por su parte, los hombres son víctimas del marketing. Ellos constituyen el target al cual apuntan las publicidades de cigarrillos. «El tabaquismo se vende como un hábito masculino vinculado con la salud, la felicidad, el fitness, el bienestar, el poder y la virilidad cuando en realidad lleva a la enfermedad, a la muerte prematura, a la impotencia sexual y a la infertilidad», enumera el informe.

Ciapponi concluye: “Para disminuir el alcance de esta pandemia que afecta a la Argentina y a todo el mundo hay que poner en marcha todas las estrategias que han demostrado tener eficacia para frenar el tabaquismo. Esto significa aplicar políticas libres de humo, aumentar los impuestos a los cigarrillos (está demostrado que esta medida desincentiva el consumo) y hacer aún más rigurosa la legislación que restringe a la publicidad.

Cabe destacar que el Dr. Ciapponi realizó este estudio para la Organización Mundial de la Salud con un equipo de investigadores integrado por: Dr. Ariel Bardach, Dr. Demián Glujovsky, Dra. Patricia Aruj, Dra. Agustina Mazzoni, Dr. Bruno Linetzky, Lic. Daniel Comandé, Lic. Luz Gibbons, Dra. Brunilda Casetta y Lic. Joaquín Caporale.

EL CIGARRILLO EN NÚMEROS:

Un 27% de la población mundial fuma.

1 billón de hombres y 250 millones de mujeres fuman diariamente.

La edad promedio del consumidor de tabaco es 41 años.

El 82% de los fumadores vive en países de bajos y medianos ingresos.

Las mujeres y los hombres de clase baja fuman 1 vez y media más que los hombres de clase alta.

10,7% de los gastos familiares es lo que se destina a la compra de tabaco en los hogares de bajos ingresos.

2,8% de los gastos familiares es lo que se destina en tabaco en Bangladesh (una de las naciones más pobres del mundo). Con ese dinero se podrían sumar 500 calorías diarias a dietas infantiles así podría evitarse la muerte diaria de 350 niños de ese país.

El 16% de los ingresos de familias pobres de México se destina a la compra de cigarrillos.

TEXTUALES DEL ESTUDIO:

• «Las mujeres ahora están fumando más que antes» (Página 6).

• «En el medio laboral, los fumadores tienen más gastos médicos y menos productividad que los no fumadores ». (Página 8).

• «Muchos de los riesgos para la salud que son causados por el cigarrillo tardan décadas en hacerse evidentes. Sin embargo, el uso de tabaco puede producir un daño inmediato en quienes lo consumen y en sus familiares; y ese daño se acrecienta todos los días. Se trata del daño que se produce cuando familias de bajos recursos gastan dinero en tabaco en vez de invertir en comida o en otros bienes esenciales. En familias que viven cerca de la línea de la pobreza (o que han caído debajo de ella) el consumo de tabaco pueden tener un impacto significativo en la salud y en la nutrición». (Páginas 6 y 7).

• “El tabaco se relaciona con la pobreza a través de distintos mecanismos. Según algunos estudios cualitativos, se puede vincular con: el estrés que acarrea la vida de la clase baja, la rutina, la soledad, el aislamiento, la falta de oportunidades de este sector y también porque fumar en ciertos medios sociales y laborales es culturalmente aceptado”. (Página 7).

• «Los resultados de este estudio abonan la teoría de la vulnerabilidad: el tabaco infringe un daño mayor entre los sectores más desfavorecidos ». (Página 31).

• «Hay efectos a largo plazo -relacionadas con el riesgo de sufrir enfermedades- que pueden resultar devastadores para las familias que viven ligeramente arriba o por debajo de línea de la pobreza. Los pobres suelen emplearse en trabajos que requieren mayor esfuerzo físico. Si se enferman y no pueden ir a trabajar, peligra tanto el ingreso como el alimento familiar». (Página 33).

• «Esta investigación puede ser útil para establecer prioridades en políticas y en futuros esfuerzos que apunten a la cesación tabáquica. Los esfuerzos que se hagan para ayudar a que los grupos de bajos ingresos dejen de fumar tendrán efecto tanto en la calidad como en la expectativa de vida». (Página 33).

INFO EXTRA:

• Con algunas excepciones regionales (como puede ser la práctica de mascar tabaco en India y el consumo de kreteks en Indonesia) el cigarrillo es el método más común de consumo de tabaco a nivel mundial.

• Las enfermedades más habituales atribuibles a su consumo son: cáncer de pulmón, infarto, enfermedad coronaria, muerte cardiovascular, pérdida de dientes, periodontitis, enfermedad obstructiva crónica (EPOC) y bajo peso en recién nacidos.

CV DR. AGUSTÍN CIAPPONI

Médico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), especialista en Clínica Médica y en Medicina Familiar. Magister en Efectividad Clínica (UBA).

Docente de la Facultad de Medicina de la UBA y de la maestría en Efectividad Clínica de la misma casa de estudios.

Médico de planta y docente del servicio de Medicina Familiar y Comunitaria del Hospital Italiano de Buenos Aires. Secretario científico de la Asociación de Argentina de Medicina Familiar.

Coordinador del Centro Cochrane Argentino IECS (perteneciente a la Red Cochrane Iberoamericana) y director de cursos de postgrado de revisiones sistemáticas, meta-análisis y medicina basada en la evidencia.

Miembro del Comité de Investigación Clínica del Hospital Italiano de Buenos Aires y de la Biblioteca Cochrane Plus.

CONTACTO DE PRENSA: Mariana Comolli. Tel.: 4777-8767 // mcomolli@iecs.org.ar