MAYO – JUNIO 2023
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En una región inequitativa y con recursos escasos, la evaluación económica no puede quedar afuera en las decisiones de cobertura de medicamentos, dispositivos y otras tecnologías. Y una ecuación que desarrollamos puede ayudar a ese proceso (ver video).
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la tasa de mortalidad infantil en la Unión Europea es de 3 muertes por cada 1.000 nacidos vivos, mientras que en Latinoamérica y el Caribe es de 14 cada 1.000. Casi 5 veces más. En cifras absolutas: en Latinoamérica mueren todos los años 145.000 niños menores de un año, de los cuales 110.000 no habrían muerto de haber nacido en la Unión Europea.
Esta diferencia en la mortalidad infantil no se debe a que faltan en Latinoamérica las tecnologías más innovadoras. Todo lo contrario: se debe a que una gran parte de la población no accede a los cuidados más básicos y efectivos. En muchos casos los sistemas de salud están dejando que sus recursos se pierdan en tecnologías de efectividad dudosa, limitada o nula, aunque de muy alto precio. Por ejemplo, los sistemas de salud pueden optar por comprar equipos de alta tecnología para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades que no representan una alta carga de enfermedad, mientras que no se están prestando servicios de salud básicos como la atención prenatal, el seguimiento de la diabetes o la vacunación. Estas decisiones implican que los sistemas de salud obtendrán menos resultados de los que podrían obtener con esos mismos recursos, lo que a su vez implica disminuir la calidad de vida de la población.
Muchas de estas malas decisiones, y malos resultados sanitarios, son una consecuencia de haber ignorado durante demasiados años la evidencia económica. Y uno de los parámetros críticos, que en una región tan desigual como Latinoamérica y con recursos finitos es más importante que nunca y no podemos darnos el lujo de soslayar, es la “costo-efectividad”, que implica comparar los costos de un tratamiento o una intervención con los beneficios que se obtienen. En última instancia, la costo-efectividad busca maximizar los beneficios en salud por cada peso invertido. Y no solo puede ayudar a identificar las intervenciones más efectivas, sino que también puede ser un elemento clave para la negociación honesta y justa de precios con los proveedores de tecnologías y medicamentos.
Obviamente, esto no implica que las decisiones deban tomarse solo en base a la costo-efectividad. Hay muchas otras dimensiones, como la magnitud del beneficio clínico, la calidad de la evidencia o el impacto en la equidad, que deben ser parte fundamental de todo proceso de toma de decisión. Pero el otro extremo tampoco es posible: no pueden tomarse decisiones apropiadas ignorando la costo-efectividad y el costo de oportunidad de nuestras elecciones.
Un desafío es que evaluar la costo-efectividad es un proceso complejo que requiere tiempo, técnicos capacitados, y datos que no siempre están disponibles en países de bajos o medianos ingresos. Esta situación ha llevado a la paradoja que son los países de altos ingresos los que más tienen en cuenta la evidencia económica a la hora de tomar decisiones. Los resultados están a la vista. Volviendo a nuestro ejemplo anterior, Latinoamérica tiene tasas de mortalidad infantil equivalentes a la que tenían los países europeos hace más de 50 años.
¿Cómo superar estar barreras que dificultan el acceso a evidencia económica para tomar decisiones? En los últimos años se han desarrollado diferentes metodologías que buscan facilitar la incorporación de la evidencia económica a la toma de decisión, aun cuando no se cuente con información perfecta para cada país.
En esa línea, nuestro grupo de trabajo de IECS, junto con Michael Drummond, de la Universidad de York y con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), desarrolló hace unos años una serie de herramientas para facilitar la toma de decisión teniendo en cuenta la evidencia económica en cada país (1). Sin embargo, una barrera que persistía para la correcta valoración de la evidencia económica era la falta de umbrales claros de costo-efectividad. Recientemente nuestro grupo desarrolló y publicó (2) una ecuación que permite que 174 países puedan determinar de forma simple y directa los umbrales de costo-efectividad para orientar una asignación más equitativa de los recursos en salud (ver video y publicación). Un aporte que ya empezó a ser utilizado en países de la región y que, esperamos, ayudará a que los sistemas de salud puedan concentrar sus esfuerzos y sus recursos en aquellas intervenciones y tecnologías que realmente valen la pena, beneficiando más a sus poblaciones.
Dr. Andrés Pichon-Riviere, director general del IECS
Referencias
1. Pichon-Riviere A, Drummond M, García-Marti S, Augustovski F. Application of economic evidence in health technology assessment and decision-making for the allocation of health resources in Latin America: Seven key topics and a preliminary proposal for implementation. Inter-American Development Bank (IDB). Technical Note IDB-TN-2286. July 2021. DOI http://dx.doi.org/10.18235/0003649
2. Pichon-Riviere A, Drummond M, Palacios A, Garcia-Marti S, Augustovski F. Determining the efficiency path to universal health coverage: cost-effectiveness thresholds for 174 countries based on growth in life expectancy and health expenditures. Lancet Glob Health. 2023 Jun;11(6):e833-e842. doi:10.1016/S2214-109X(23)00162-6. PMID: 37202020.
*CETQALY: umbral de costo-efectividad para ganar un año de vida en plena salud; %Δh: aumento esperado en el gasto en salud per cápita; HEpc: gasto en salud per cápita; LE: expectative de vida al nacer; ΔLE: aumento esperado en la expectativa de vida; QYr= ratio entre la expectativa de vida ajustada por calidad y la expectativa de vida medida en años; QALY: año de vida ajustado por calidad.